miércoles, 16 de diciembre de 2009

Derramar la gota.

Primeramente escribiré una breve introducción sobre el contenido que se manejara en el texto. Así, de esta manera dando un énfasis en los aspectos más importantes que se integran en la misma.
Dentro de este contenido hablare de algunas “virtudes” del ser humano, así como de algunos contrastes que se viven en ella día con día, también se manejara un contenido basado en metáforas, antítesis, ironías y metonimias, tal vez se puede tipificar sobre la ideología de un ser, mostrando un carácter eminentemente irrealista; algunas palabras escritas en el texto pueden contradecir el contenido, sin embargo no afecta en lo más mínimo, al contrario enriquece el texto de manera interesante.

Derramar la gota.

Cualquier ser mundano debe saber que no se puede acceder a la felicidad sin haber encontrado algún día una lámpara sin luz, que no pasara la mirada de Dios entre los pies de un hombre, porque, es inevitable saber cuándo la vida del imperdonable puede sentir, puede blasfemar, tratar de parar la rabia que siente el alma hasta un día clavar la daga en el ano de la misericordia. Algún ser debió besar los huesos que habitaban en un ataúd, un ataúd en el cual fue sepultado el señor; pensé, tal vez en profanar la vida, y ya tarde me di cuenta de lo erróneo que estaba mi pensamiento, cuando de repente dentro de mí una voz me decía… “ no trates de buscar la respuesta, porqué cuando la encuentres un siervo abrirá la podredumbre de lo que puede llegar a ser tu vana existencia, no olvides pasear al huésped que tengo escondido, ya que si él muere, mi corazón ya en amor no cesara”.
Abrí los ojos, me mire a un espejo y sentí un escalofrió tremendo, veía como mi piel se corroía con cada latido que daba mi corazón, como mis papilas desaparecían cada vez que trataba de adentrar en mi mente. Mi silencio me oprimió y mis cuerdas vocales emanaron un gutural bestial, mis venas enrojecidas por el calor de mi alma, mientras mi cuerpo empapado en frío se quedaba.
Al indagar en todo lo pasado pude darme cuenta que la existencia del mal es algo tan superficial que nadie comprende, y de lo cual todos hablamos sin saber.
Un desprecio corre por el pasillo de unas escaleras, no se sabe si en realidad desea salir o simplemente requiere de algo de atención, lo único que se sabe son las emociones que pasan a cada minuto sobre la órbita de la masa del cuerpo, como un cosmos elevado. Después de todo sonrió, veo una cruz, me arrodillo y sodomizo al creador, ¿a cuál? Solo ustedes se lo pueden imaginar ya que yo no tengo el valor para poderlo predecir.

por: Braulio Castillo.

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